Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100068
Legislatura: 1882-1883
Sesión: 4 de junio de 1883
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 120, 2333-2334
Tema: Contestando a la observación del Sr. Vizconde de Campo-Grande respecto a la no asistencia del Sr. Ministro de Hacienda a la discusión del proyecto de primeras materias.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Señores Senadores, el Sr. Vizconde de Campo-Grande ha planteado una cuestión, en mi concepto innecesaria, porque claro es que hubiera sido mejor que el Sr. Ministro de Hacienda hubiese podido estar presente en la discusión; pero da la casualidad de que está en el otro Cuerpo Colegislador, donde tiene lugar la discusión de la totalidad del presupuestos, y precisamente esta tarde tendrá probablemente que cerrar el debate, y es imposible por tanto que esté al mismo tiempo allí y aquí.

Claro es que me podría decir el Sr. Vizconde de Campo-Grande: pues que no esté allí, y que venga aquí; mas hay una razón para que se halle en aquella Cámara y no en ésta, y es, que el proyecto actual es un proyecto en el cual es conocida la opinión del señor Ministro de Hacienda y del Gobierno, puesto que viene aprobado por el Congreso después de haber oído las explicaciones del Sr. Ministro de Hacienda y del Gobierno, mientras que la totalidad del presupuesto se ha empezado a discutir en aquel Cuerpo sin discutirse antes en éste.

Por consiguiente, quiere el Sr. Vizconde de Campo-Grande saber una cosa que sabía ya de antemano, porque el proyecto de ley que se está discutiendo ha venido del Congreso después de haber sido ampliamente discutido y después de haber tomado una grandísima parte en el debate el Gobierno y el Sr. Ministro de Hacienda, que no ha de decir aquí otra cosa que lo manifestado en el Congreso. Por tanto, si el Sr. Vizconde de Campo-Grande quiere saber la opinión del Sr. Ministro de Hacienda, ya la tiene explicada en la aprobación del proyecto en el Congreso.

Esas son las opiniones del Gobierno. Así es que el Sr. Ministro de Hacienda opina que en el espíritu, en el fondo, el proyecto de ley debe aprobarse aquí como en el Congreso, y esa es también la opinión del Gobierno, y por tanto, que debe desecharse el voto particular que S. S. con tanta elocuencia ha defendido.

Dice después el Sr. Vizconde: ¿es que acepta el Gobierno en todas sus partes y detalles el proyecto? En general, sí; pero si hay alguna modificación que la ilustración de los Sres. Senadores quiera introducir, la examinaremos, y si es digna de tomarse en cuenta, se tomará; pero no se variará nada que afecte a los principios esenciales que la ley quiere realizar.

Si está contento y satisfecho el Sr. Vizconde con estas explicaciones, lo celebraré; si no, estoy dispuesto a darle cuantas quiera; pero conste que no se va a proceder a la votación sin conocimiento de causa y sin saber la opinión del Gobierno y del Ministro del ramo. Opinan el Gobierno y el Ministro: primero, que debe desecharse el voto particular que se está discutiendo, y segundo, que si hay algún Sr. Senador de la derecha o [2333] de la izquierda, de la oposición o de la mayoría, que presente alguna enmienda respecto a determinados detalles, si la explica y la razona y sus razones convencen al Gobierno y a la mayoría, este detalle se podrá modificar sin variar el espíritu, la tendencia y el objeto del proyecto de ley.

Con estas explicaciones creo que quedará satisfecho el Sr. Vizconde de Campo-Grande, sin que resulte obstáculo de ninguna especie en esta discusión. Y además, Sr. Vizconde, el Ministro de Hacienda y el Gobierno se han puesto de acuerdo con la Comisión, y por consiguiente, lo que la Comisión defiende lo defiende el Gobierno, y la opinión de la Comisión es la del Gobierno y la del Ministro.

Siento mucho que S. S. no tenga el gusto de oír al Sr. Ministro de Hacienda, y que por la circunstancia de no ser esto posible haya tenido en cambio el disgusto de oírme a mí; pero sea de ello lo que quiera, por de pronto creo que basta con estas indicaciones para que los Sres. Senadores voten con conocimiento de causa y sabiendo perfectamente cuál es la opinión del Gobierno, que ya era conocida, porque da la casualidad, como ya he dicho, de que este proyecto no se discute aquí primeramente, sino que ha venido discutido y aprobado de la otra Cámara.

No tengo más que decir, celebrando que mis palabras hayan satisfecho los deseos del Sr. Vizconde de Campo-Grande.



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